Melchor, Gaspar y Baltazar, los tres Reyes Magos, cada vez tienen en la ciudad menos lugares para visitar al niño Jesús.
Las tradiciones van cambiando igual que la sociedad se transforma, es un proceso que no se detiene, a veces lento, pero no para. Y así ocurre con las festividades más atesoradas.
La costumbre de colocar el Nacimiento se arraigó en México hace siglos, pero hoy, aunque parece no percibirse, la tradición se apaga.
Como coinciden expertos historiadores, las causas son diversas, ya sea porque hay influencias externas que se van aceptando o por el factor económico, o por la pérdida de la fe religiosa —a la que está muy ligada la costumbre de poner el Nacimiento—, y hasta las nuevas tecnologías, que han concentrado la atención, lo cierto es que en la ciudad se ha ido diluyendo la usanza del pesebre.
Una razón más irrumpió en el último año y medio: la pandemia.
En la Central de Abasto se colocan cientos de puestos para la venta navideña, entre estos los de las figuras del Nacimiento, pero los vendedores se quejan de cómo han descendido sus ventas. Están ansiosos, esperan que el fin de semana siguiente, ya con el mes de diciembre iniciado, haya más compradores, pero en el fondo saben que no será como otros años.
No solo ha sido el impacto de la pandemia, dicen, también la pérdida del interés entre los más jóvenes, que se profundiza porque en las familias ya no se enseñan las viejas usanzas.
En cuanto al factor económico, si una costumbre genera ingresos y cada vez es más novedosa, entonces tomará fuerza, mientras que otras, al contrario, desaparecen por anticuadas o por los altos costos.
Y es esto lo que más pega a los compradores que avanzan en busca de un mejor precio entre los puestos de la Central, tanteando, eligiendo lo más barato, aunque sus miradas se estacionen en el juego de Nacimiento de más de mil pesos.
Para algunos vendedores, ya nada es como antes, que vendían todo lo que traían, figuras grandes provenientes de Jalisco, de Edomex o de Puebla, pero pese a todo, han hecho estos últimos meses una gran inversión, para reactivar la oferta de sus figuras, aunque sea con los precios del año pasado.
Ven la tradición en riesgo
Es verdad que aún habrá quienes buscarán el portal o pasearán auténticamente a esos peregrinos que llegarán al pesebre, pero cada vez se anteponen a la tradición más obstáculos. Así ha pasado en algunos mercados locales, donde ya son pocos los puestos donde se venden figuras.
En el mercado de Portales, al sur de la ciudad, ya solo son dos locales, en la inmensidad de puestos, los que ofrecen los Nacimientos, pero ahí la cuestión no fue el desinterés, la pérdida de antiguos valores, sino un ordenamiento administrativo, que acabó con la romería en las calles del conocido Portales.
La tradición aún no ha muerto, pero hoy está en riesgo ahí, en los pasillos de la romería de la Central o del mercado de la Portales, lo presienten comerciantes y compradores, quienes escudriñan en sus bolsillos, a ver si alcanza.
Su cara sonriente y ojos brillantes al ver a un cliente, muestra la avidez de Marisela de la Luz por vender aunque sea una pieza de los cientos de Nacimientos que ha traído desde lejos, desde Ixtlahuaca, en el Estado de México, a vender a Ciudad de México.
Ella dice que la venta está demasiado tranquila, lo que para nada es bueno, y admite que “la economía está muy baja, no hay trabajo, solo salarios bajos y todo lo que está pasando por la enfermedad”.
Pero lo peor, reconoce, es que se están perdiendo las tradiciones, “ahora ya no inculcan a los hijos la costumbre”, y le duele, porque sabe que ha invertido meses en encontrar su mercancía; su madre ha viajado hasta Tonalá o Tlaquepaque para traer las figuras que hoy en la romería sean la novedad; han pasado meses, desde febrero, para ir juntando dinero, conseguir las piezas y llevarlas hasta la Central de Abasto.
Pero no pone toda su confianza en las figuras hermosas y caras, ella sabe que hasta la chiquillada o el complemento, como le llama a las figuras de barro más pequeñas y toscas, pero muy coloridas, a veces deja más que el conjunto más caro y brillante.
No hay quien herede la tradición
Ella cuenta que hay otro factor que también está afectando el comercio de figuras para el Nacimiento y es el hecho de que los artesanos del barro, de Jalisco específicamente, están falleciendo por su avanzada edad y no heredaron a sus hijos o familiares la tradición de elaborarlos.
Don Celso Jiménez, que vende los portales de madera para los nacimientos, coincide con Marisela, y dice que la carestía está minando la venta de las casitas que trae desde Atlautla, Estado de México, donde crecen los pinos, oyameles y encinos, de donde consigue el material.